Me
recuerda a la imagen del espejo, antes que tu vapor la empañe. Me recuerda a un
paseo sin nubes sobre un cielo azul clarito, con un océano calmo como techo, con
granos de arena que emergen en paralelo para estrellarse contra el poniente,
dispuestos a detenerte, acostarte, disolverte.
El
tiempo avanza y continúas atada a una provocación, a la pintura sin paisaje, al
tono sepia y los colores pasteles, a ella - como ella - con torta y un hasta
pronto, hasta ayer, hasta mañana y hasta siempre.
Las
lágrimas mojan la arena, es el mar quien llora con un canto de sirena; musa y
música; alarido que drives me crazy;
cantata de ópera al viento, serenata al alba, al compás de tus huellas en la
bajamar.
El
muelle, un muro de palos solitarios, golpeados por la vida, por las olas, por la
mentira, por la almohada y el pecado; con cien rodillas que lo sostienen, carcomidas,
erosionadas, enmohecidas; con mil y un tablas que lo soportan, casi todas
completas, persistentes, resistentes, curtidas por el sol.
Tu
imagen imperceptible, escondida tras la brisa, tras tus cabellos, tras las gaviotas
que apaciguan mientras avanzas por la arena caliente sin un punto final, sin
una dirección, sin saber el porqué del adiós.
Caminaste
silente, de la mano de un ángel sin alas, al mismo lugar de siempre, cuando pudiste
ir a cualquier otro cantando aquella canción. Pintaste un elefante sin colores,
alado, durmiente, sonriente. Pintaste tu imaginación con tinta de mar sobre un
lienzo de arena en una figura eterna perennizada tras el lente del corazón.
Ahora,
aferrarte a la misma ola, vivir por todos, morir por mentir, detener el mar,
apagar el sol, dormir entre nimbos con almohadas de algodón, soñar as me, with me, la mentira de hoy, la
verdad del mañana, las orejas atentas como alas robadas al mismo ángel, el
encuadre perfecto a la puesta del sol, el recorrido de siempre, un camino
ascendente, la carrera hacia el cielo, al infinito, a un vuelo etéreo, eterno,
sideral, a un vuelo de ensueño sobre tules, entre alas de gaviota y pétalos de
rosas, entre calles y fechas, entre bienvenidas y despedidas, entre elefantes
alados y ángeles caídos, despertando juntos con la misma canción.