lunes, 8 de diciembre de 2014

El calor de tu imaginación


El calor de tu imaginación, de tu pensamiento, de inocencia con inicio sin final, con deseo y promesa, de fresas con crema y bienvenida multicolor.
Imaginación pura recorriendo un espacio amniótico, con ganas de correr, de patear, de estirar tu mundo propio, nuestro interior, el futuro camino a los dos.
Ven conmigo, ven comparte este mundo en tu interior con la alegría de un vaivén, ven como un outsider sin invitación, viajando por mi creación, por un paraíso de ilusión en que es fácil sonreír.
iviendo, mirando, descubriendo los colores al amanecer, las flores al atardecer, los aromas al anochecer, el calor de un abrazo, de estar en brazos, de una inmensa protección.
Vamos a cambiar el mundo, pure imagination, sin comparación, con mar caliente y sol radiante, con la primavera perpetua y la nieve de adorno, con subidas y bajadas, con música tropical y un buenas noches, dulces sueños, ven pronto.
Un deseo verdadero, la semana siguiente y será.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Con aroma a despedida


 
Sin marcha atrás. Un movimiento premeditado, una huida a ganador. Tu partida es obligatoria. Una partida de ajedrez, de a diez, de damas sin tablero, de juegos de mesa sin azar.
Sin paradas ni autostop, no te detendrás al llegar la curva, al doblar, al ver el semáforo sin cambiar. La luz siempre será verde, la señal no tiene límite de velocidad. No hay desvíos ni senderos que cruzar.
Sin dejar nada aquí ni allá, sigue tu norte que mi ruta es el sur y no habrán intentos de vuelta ni retornos. Sin marcha atrás, no es posible regresar.
Guarda mis recuerdos, guarda tus palabras, no te voy a extrañar, ni me verás llorar.
Es fácil olvidar, difícil es recordar, evocar la memoria, los labios, otras bocas, otras historias que no pasaron ni pasarán más.
Una línea en el horizonte, un cerco de protección, las flechas que dirigen, las mismas que cupido no lanzó, las que incrustaste en la razón.
Una luz a punto de desaparecer, cae la noche y las estrellas emergerán sin destellar, casi llorando, ocultando su luminosidad.
El abismo, caída vertical al mar, caída libre a la libertad, no hay dudas, no hay vuelta atrás, acelerar el camino, la partida llega a la meta, un jaque mate de peón, un caballero sin caballo, un alfil en carroza de acero, acelerando con el pie a fondo, decidiendo en el último segundo, justo antes de chocar.
Recordar se vuelve fácil en este último momento. Todo fluye con imágenes cronológicas de una historia con próximo final, una ráfaga de colores sin sonido, vistos con el último rayo, the last sunshine.
Las luces muestran el horizonte, la gravedad ordena los recuerdos, la memoria como el semáforo sigue sin cambiar.
Te voy a olvidar si no lo hice ya.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Fernweh

Breathe in breathe out - Mat Kearney

Caer y caer. La certeza del gato. Caer de pie. De espaldas al mundo, de espaldas a ti, far behind, el futuro atrás, el pasado adelante. El mismo horizonte para ver, el que siempre está, dejando hojas al viento, jugando en la frontera, cruzando una reja distante, un aro colgante, el olor a hierba, a rocío matinal, a tierra mojada, a una fresca mañana de setiembre; olor a todo, a todos, menos al que jamás sentí, que inhalo y exhalo casi al mismo tiempo, que añoro sin conocer, que vuelvo a sostener en mis espaldas, olor que llega a manos abiertas, wide open; una bienvenida a un diciembre que arribará en otro hemisferio, en otra estación, en un lugar que jamás conocí.


La nostalgia de la nieve derretida, del manto blanco que ya no estará más, que se derritió, que se evaporó, que lloró un mar, que corre y corre sin parar. Respirar hondo, el olor de las dudas del futuro, de una misma sangre, de una guerra pasada que permanece, del tira y afloja, me caigo y te levanto, nos desplomamos y cedemos, exhalamos y volvemos a inhalar, a resurgir; vuelven a brillar nuestros ojos y vuelve la luz en el horizonte verde y detrás, siempre detrás, always, quedamos de pie, sin caer, maullando a la noche que no está, que no pasará, porque hay un eclipse permanente, un solsticio de verano dentro del corazón, surcando los techos ajenos, creyendo que amanece cuando siempre fue de día.


Y volvemos de ningún lugar a la noche, a la nieve, al invierno y las heridas, al otro lado del camino, la otra orilla, la siguiente, al arribo a donde siempre quise, a no caer más, a levantarse, andar con los brazos cruzados, las manos cerradas, los puños formados, sin gatos ni mariposas, sólo con una vieja canción jamás cantada, con una mañana que no llega porque aquí siempre será de noche, una noche eterna y estrellada, un espacio para recordar lo no vivido, para imaginar que siempre hay un mejor lugar, a better place, un rincón cerquita de dos, de Dios, como en la canción que no se entonó, como en la historia de un esplendor que dura esta estación y aquella, que dura siempre lo mismo, que se repite de tres en tres, de a cuatro o de a seis, vaya usted a saber, vaya a recordar este tiempo que no pasó, este lugar al que no se llegó, este camino sin dirección.


Si caes otra vez, si me pierdes de vista, no temas, el futuro llegará cada vez que respires y sientas el mismo olor que nunca percibimos, que nunca emergió, que se quedó allá esperando, en diciembre. A cada inhalar y exhalar, casi al mismo tiempo, en un mismo instante, ese aroma diseñará el mismo lugar al que nunca fuimos y si logras mirar a ambos lados al mismo tiempo, atrás y adelante, izquierda y derecha, la luna y la noche, el sol y el día, los dos lados de la frontera, los dos lados del corazón, todo lo que está bajo las estrellas en tus brazos, todo lo que está sobre la tierra en los míos, marcara el reencuentro, con los brazos abiertos, sin manos dadas, oliendo, yaciendo en la hierba, en la vida, en el umbral entre el ayer y el mañana, en el ahora, en el ayer, en este aliento perpetuo. Inhalar y exhalar, otra vez, una más. Respirar. Dejar. Coger. Vivir. Vivir y no caer más.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

A tajo abierto

Cuando nos volvamos a encontrar - Carlos Vives

Disparaste sí, con esa arma vieja del abuelo, con empuñadura de madera roída por el tiempo, de acero oxidado porque aun lo inoxidable se deteriora con el tiempo, todo con el tiempo, ese que no perdona, no olvida, que deja heridas a tajo abierto que nunca cicatrizan, que sangran de vez en cuando y duelen, siempre duelen y evocan un tiempo pasado que fue peor.
Adiós mentiras de niñez feliz, de amores adolescentes y campos de flores, de sueños de profesión, de estudios concluidos satisfactoriamente, de una casa propia y un hogar caliente esperando al terminar el día.
De niño empecé a trabajar en la mina con el sueño de encontrar una veta que me diera el dinero para comprarle una casa a mamá, no esa cabaña antigua que construyó el abuelo, que gotea siempre que llueve, cada vez una nueva gotera, un agujero invisible que filtra no sólo el agua sino la humedad de la desolación, esa que llega hasta el hueso, que se siente aún bajo la frazada de figuras de tigres, recibida en donación.
Los amores adolescentes se quedaron en la escuela a la que nunca fui, a más de cinco mil metros de casa, la mina estuvo siempre más cerca aunque la distancia fuera mayor. Había que caminar hasta el cruce, el límite que dividía el viejo camino de tierra a la escuela y al pueblo, con la nueva carretera ascendente al cerro lleno de mineral. Ahí nos esperaba un ómnibus para llevarnos al socavón, jamás hubo uno que nos llevara a la escuela, a esos juegos de pubertad, a ese primer amor.
Así fue que nunca estudié, jamás entendí las letras, los números, las palabras difíciles que hablaba el ingeniero. Las distancias se medían en horas, el tiempo que demoraba de un lugar a otro eran mis números. El dinero valía lo que el trueque permitía. Los billetes sólo representaban figuras de personas que nunca conocí, colores bonitos aun cuando estaban arrugados, viejos, doblados. Siempre tuvieron el mismo valor para mí, el de un día golpeando en la mina, el de una jornada de trabajo. El primer pago se lo entregué a mamá, todos los demás también.
Me gradué sin escuela ni universidad, sin título ni profesión, aprendí a usar el taladro percutor y nadie lo manejó igual. No había roca que no pudiera agujerear, partir, destrozar. La mina avanzaba a mi paso, en zonas donde los vehículos grandes no podían, yo encabezaba el camino, como abanderado sin bandera para ondear, líder de un grupo que no se sublevaba, que trabajaba con la cabeza gacha, con la frente sudorosa y los pulmones enfermos. Iba primero porque anhelaba encontrar la veta, aquel pedazo de piedra que contenga el oro para comprar una casa para mamá, una sin agujeros, donde el frío no llegue, donde el humo no sea permanente, donde exista más de una habitación, una casa como la del ingeniero ahí en el campamento, con un campo de flores alrededor.
Nunca vi un campo de flores. La tierra es fértil dicen, lo que siembras crece. Sin agua no crece. Cuando llueve, llueve tanto que todo se inunda, el río crece y arrasa con todo. Nuestra casa está lejos de la quebrada, lejos del pueblo, lejos de otras casas. Alrededor nunca creció nada. Sin agua no crece. Con lluvia se ahoga. Hubo un proyecto de irrigación. Como hicieron los incas dijeron. Si hasta en el desierto hacen crecer las flores, contó el ingeniero. La mina da plata, pero no hay quien cultive. Todos trabajan en la mina. Nadie quiere arar. El alcalde arregló la plaza y la plata se acabó. Jamás habrá un campo de flores, ni una casa nueva, ni una comida caliente al regresar.
Mamá murió el domingo. Nadie vino. Cavé un hueco junto a la cabaña, para que esté cerca y los perros no la desentierren. Lo cavé hondo, muy hondo. No necesité taladro, no hubo piedras, solo tierra seca. Cavé tanto pensando en encontrar agua, humedad, vida, pero no encontré nada, sólo una bolsa de tela roída y dentro de ella el arma del abuelo, escondida, oculta de todo, perdida en el tiempo, con sus balas, casi todas, faltando una, la que siempre falta, porque para nosotros nada estuvo completo.
Esa arma vieja, limpia, sigue siendo vieja. Cuando el abuelo la adquirió ya era vieja, como todas las cosas en casa, como todo en la vida. Solamente nosotros fuimos nuevos al nacer, después nos volvimos viejos casi sin pasar el tiempo, pese a que aquí el tiempo pareciera no pasa nunca.
Esa arma que disparaste sí, es la misma del abuelo. La llevé al socavón para un trueque. Las armas estuvieron vetadas en casa, las carga el demonio. Mamá nunca quiso que el abuelo la cargara, quizás por eso la enterró.
La escondí debajo de una roca en la entrada a la mina. Al terminar la jornada me viste recogerla y me la quitaste. Quisiste adueñarte de ella. Quise quitártela, entonces pasó así, como pasa siempre que el demonio carga un arma, la disparaste. El arma del abuelo vieja como estaba, aun funcionaba. La bala salió al horizonte, a perderse entre la nada. El ingeniero nos despidió. La policía me quitó el arma. La vida me quitó a mi madre. La noche se llevó la esperanza y la casa vieja me quedó como refugio, porque vieja aun sirve y así en la soledad deja escuchar el sonido del taladro percutor.

Hasta pronto, hasta siempre

Wonderful tonight (Eric Clapton)
No me gusta la imagen, no tiene que gustarme, es tuya, la elegiste para mi tarea, pero no quiero que sea una tarea, no tiene que serlo, no podría. Las tareas son deberes, obligaciones, tener que hacer, tener que ser y a mí no me gustan los mandatos, las órdenes, tener que obedecer, partir, salir ahora en este barco y despedirme, ir a cumplir, a la mar, a la distancia, un hasta pronto lejos de ti.
Cómo puede ser maravillosa esta noche si es de mañana, con la luz iluminando tu pálida piel. Cómo podría gustarme una imagen fría de una tarde soleada de otoño en una ciudad donde siempre es verano, donde los barcos van y vienen a lugares inhóspitos y maravillosos, a una fiesta en altamar, a un paraíso tropical sin lluvia, sin final feliz, sin ti.
Como gustarme esos cabellos rubios, plateados, si las rubias nunca fueron mi debilidad, si cultivo un racismo propio contra toda piel alba, contra la descolorida cubierta de tu colorido interior, contra esta coraza que disfraza una frialdad que desentona con el clima, con esta sensación de sentirse bien, aun con despedida.
Entonces evocamos una noche que debía ser, en familia, con luces y vestidos de noche, con brindis y baile acompasado. Tu mami, mi mami, Miami y un crucero con ancho mar, una cabina a bordo con lujo por doquier, un viaje de una noche maravillosa, de sentirnos libres, de ver las estrellas y oír la música acompasada con el mar.
Es de día, de tarde, no lo sabemos, no nos importa, no es una despedida, es solamente un abrazo permanente, duradero, son las ganas de no separarnos, de dejar que esa noche regrese una y otra vez como las olas, de dejar que el viento nos una, nos calme, nos diga que aun sin estrellas, siempre será de noche, una noche maravillosa, una noche en la que siempre estarás, como anoche, como esta noche, como la próxima, siempre wonderful, siempre de noche, siempre los dos.

martes, 20 de mayo de 2014

Hasta el final

Make you feel my love - Adele
La lluvia en tu cara golpea rápido, la ráfaga de gotas acelera al ritmo de los latidos de tu corazón. Las palpitaciones llegan al límite, casi a estallar. La humedad disimula el dolor en tu rostro, pero no alivia tu interior. Corres hacia el vehículo intentando no mojarte pero es tarde, ya el agua recorre todo tu cuerpo. 
La maleta en el coche, todo el mundo podría caber en ella, hasta tus abrazos cálidos, esos que hacen sentir amor, esos que hacen sentir dolor.
Te has llevado todo en ese cofre de cuero: las sombras del atardecer, las estrellas del anochecer, tus lágrimas al amanecer.
Un millón de años esperamos para crecer y un millón de esporas dejamos al viento para sentir, pedir, decir, decidir; para divergir bajo esta lluvia torrencial.
Tu decisión sin tomar, la mía sin pronunciar, el temor justificado, la desconfianza en cualquier lado y un juego sin ganador al final.
Te haría daño con cualquier de mis cinco puntas, con el aire, con mi voz, con el viento, con el mar. No importa con que ni en donde, justificaciones hay en cualquier lugar. Lo supimos desde que nos conocimos. Supimos a donde pertenecíamos, que volveríamos al mar.
Nada que hacer. No hay más tormentas internas, solo el aguacero que cae incesante. Solo el mar enfurecido. Un camino con vientos salvajes, con millones de días y ninguna noche, con dos almas libres, con diez manos jalando a cuatro puntos distintos, con mis deseos con dirección a ti y tu coche a punto de partir al mismo lugar de siempre, al fondo del mar, a un destino oculto, a la vida distinta, a la vida de siempre hasta que salga el sol, hasta que amanezca un nuevo día, hasta el final.

martes, 6 de mayo de 2014

Hello stranger

(The blower´s daughter - Damien Rice)
https://www.youtube.com/watch?v=vsn-isq-1X0
Como una profecía, caminando por el destino en un camino común, de pasos largos, miradas varias, una corbata a rayas, un abrigo rosado y una falda sin plisado.
Una ida con vuelta, around your world. Una mirada sin apartar, un beso cómplice, una sonrisa fingida, la misma que tomas en cada fotografía, instantáneas tomadas con los ojos, frases expresadas con las manos, mil besos atravesando el espacio y una imagen perdurando en el tiempo.
Y va así, la misma brisa que llega siempre a tiempo, tras un lente y un flash, con una mirada triste y una sonrisa dibujada, unos bifocales quebrados y el ondear del viento dejando los zarcillos brillar. Dientes blancos, cabello corto, escaleras en camino descendente, la calle en camino ondulante, el viento en mi mente, el recuerdo diferente, un auto negro, un hombro amigo, la mano que llama y el extraño a punto de voltear.
 
Un regalo de un cumpleaños no celebrado, una blind date mal concertada. El invierno que se muestra, un abrazo que disimula el frio del alma, un abrazo que antecede al adiós, una nevada desde el interior del corazón, congelado, latiendo despacio, bombeando dolor.
Otras escaleras, también descendientes, al infierno azul, a una mirada lasciva y dos piernas que emergen perpendiculares a todo. Una cara conocida tras un marco dorado, rosado, de colores fluorescentes, de caídas de prendas y billetes doblados.
Una caseta de regreso a cualquier lugar, con un pasaporte sin nombre real, con un nombre recogido de una pared, de un panteón, de una nueva ilusión.
 
Un reencuentro en el otoño de la vida, en un parque con una inscripción verdadera, un epígrafe tomado del libro de la vida; inscripciones de una lápida mortuoria, de la imaginación de una historia que nunca empezó y ya quiere acabar.
Una sonrisa que dibuja tu tristeza, una careta detrás de otra careta, un lobo caminando en la estepa, unos ojos sin apartar, la respiración dejada en el humo de la noche, en el hedor de la calle, en una nueva escalera descendente hacia la vida, donde todos los peldaños tienen señal abajo, donde no hay up stairs, sólo una camiseta blanca ceñida a tu cuerpo, sólo una silueta dibujada con la tiza del recuerdo mientras el caucho quemado deja su marca en la acera, en la piel, en el alma, como extraños en una noche de verano.
 
El andar de tu cabellera golpeando tu nuca, saltando bajo tu cuello, dejando los risos al sol.
La quietud de tu cabellera recogida en un nudo, con lisos rojos formando un capullo de seda, ocultando mis dedos que rozan la luna.
La forma de tu cabellera castaña dibujando tu sonrisa, acompañando una mirada a la nada, un paisaje en tu pupila, un iris de otro color.
El alboroto de tu cabellera desarmada en una carrera sin destino, en líneas negras cubriendo tu rostro, dejando una mirada atravesar la habitación, moviendo la mejilla para apartarla de la mano, dejando el odio retornar, fingiendo una sonrisa para ocultar un dolor.
El galope otra vez, tu cabello multicolor, rubio y castaño, rojo y negro, cano casi albo, lacio y ondulado, corto y largo, andando a todo trote sobre una calle en la cual todos somos extraños, donde los encuentros ocurren a diario, antes que el semáforo cambie y el auto avance, antes que el chirrido de los frenos cante, antes que las palomas alcen vuelo en silencio y las sonrisas se pierdan como lentos recuerdos de un pudo haber sido, de un jamás será para los dos.
 
La cama desecha casi a propósito, con tu cuerpo distendido, despertando, mientras giro a mi lado para dormir sin soñar, cerrando los ojos con la luz de la mañana que ciega, con un beso de buenas noches, con uno de buenos días para ti, con un abrazo congelado, un brazo adormecido cuando la sangre no circula más bajo tu cuerpo, cuando la respiración sólo quita oxígeno y ya no lleva aliento, cuando las sonrisas desaparecen y las palabras toman sentido, dejan de ser frases de amor para convertirse en conversación, discusión, peleas, el término que es el inicio de la despedida, de un lamento, un desgarro, una imploración sin Dios a retener un cuerpo, a transformar el pasado en presente, a pretender que exista un futuro donde hubo un accidente, una casualidad, una mentira del destino, unos ojos que despiertan bajo un mechón pintado que surca la frente, formando una visera, mostrando una mirada esperanzadora, soltando un resplandor siniestro, arrancando una sonrisa moribunda, dejando un saludo que sabe a despedida, a un extraño adiós.

Bonito

(Medias negras - Joaquín Sabina)
Sería bonito si un día cualquiera llegaras, un día que sepas que estoy aquí, solo, esperando sin esperarte, tranquilo pero ansioso, deseando más que tu voz, queriendo tu presencia, no tu cuerpo sino tu ser, tu sonrisa, tu rostro, tus ganas de mí.
Sería bonito si este día elegido, por ti y no por mí, confabularas con el destino para encontrarme, para sorprenderme; tramaras esta fantasía conocida, esta historia contada, actuarás el papel protagónico de este guion adaptado.
Sería bonito que sólo por hoy no olvidarás la fecha, no perdieras el tiempo ni el tren, que no existan cenas previas ni festivales de humor primeros, no existan desmayos ni contratiempos, que sólo por hoy conjuguen los astros en el horóscopo del día.
Sería bonito que desciendas de un auto negro, con la noche como techo manteniendo el mismo color; que tu vestido de noche tenga el mismo color; que tus zapatos te eleven hasta mis labios en una misma estatura; que no exista interior, seas la misma y diferente, vistiendo por dentro también la noche.
Sería bonito que no pienses en mi sino en ti, sólo en ti, que seas egoísta y oscura, pérfida amante onanista, que me conviertas en objeto de tu deseo único, tuyo, exclusivo, para complacerte en una fantasía robada pero no compartida.
Sería bonito que al abrir la puerta tus pasos sean el único sonido, que el eco de tus tacos tenga el ritmo del deseo andante, que sean los guías del silencio nocturno que acompaña la melodía del fervor, que tus actos sean propios y no dirigidos.
Sería bonito que llegaras a mí y me besaras sin amor, sólo con pasión, con deseo; que la escena no salga de una película romántica sino de un idilio de frenesí, que tus labios acaricien, presionen, succionen, que tu lengua hurgue, juegue, descubra y que los fluidos emerjan por doquier.
Sería bonito que tus manos acaricien y froten, que escudriñen y encuentren, que arranquen todo, que bajen cierres y aprieten, que tus rodillas hagan un mismo plano con tus pies y tu boca me aprisione , que tus labios continúen no para darme placer sino para despertar el tuyo.
Sería bonito que recojas tu vestido sin sacarlo, que me dejes inmóvil mientras subes y arremetes, que no me permitas ni con el pensamiento, ni en obra ni omisión, que seas tú este instante y que el gozo sea exclusivo, que las estrellas emerjan del cielo oscuro sólo para tus ojos y que se haga la luz después de este eclipse rojo.
Sería bonito que no te cueste irte, que te baste con acomodar el vestido, pintarte los labios, retocar el rubor y mover la cabeza para que los cabellos se alineen. Que abras la puerta y te vayas dejando tu sonrisa flotando en la habitación, dejando mis ganas contenidas en el pantalón.
Sería bonito que esta sea tu noche y no la mía, que esta fantasía se hiciera realidad y que al abrir la puerta el viento roce tu cara y refresque tu vida, que no haya marcha atrás ni vuelta a la esquina, que sea un camino recto, derecho, un camino de vuelta a la felicidad con un sol emergente y la mañana naciente, un nuevo día, un día nuevo, una nueva vida que no sólo sea bonita, sino perfecta.

miércoles, 9 de abril de 2014

Un café para dos

La misma postal repetida de un disparo de imágenes en ráfaga, ciento un fotografías similares pero no iguales, mostrando el sol, el atardecer, las sombras que aparecen, las luces que despiertan, los autos que van, los que regresan, quizás los mismos en sentidos distintos, dejando un halo resplandeciente en cada toma. La mesa en el fondo con los vasos subiendo y bajando, intermitentes, vaciando su contenido, mostrándose paralelos, aburridos, a punto de acabar. La nuestra, sola, vacía, casi, sino fuera porque aun permanezco esperando, como siempre, esperando un mozo lento y una compañía demorada, un encuentro esperado, una imagen casi repetida, como las fotos que se muestran tras el lente, como la figurita elegida del álbum, como la canción que se toca una y otra vez en el corazón.
Detrás de la postal, quedan fotografías guardadas, recuerdos arrumados ya no en una caja de zapatos sino en una memoria virtual, casi efímera. Son recuerdos átonos, sin expresión, sin letras que los circunden. Son palabras combinadas, cruzadas, palabras raras, parecidas a las que aparecen en el crucigrama del diario de hoy, del día anterior y de todos los demás que se quedaron inconclusos por falta de café.
Siempre espera una sola ser pronunciada pero no escrita para completar el cuadro, para que horizontal y verticalmente encajemos. Sueños de la misma realidad. Preguntas del corazón con respuestas que no quieres oír, tampoco pronunciar, menos escribir y jamás firmarlas tras una decisión.
Amor en sepia. Amor como respuesta, color de antaño que se queda en el rincón de una fotografía sin matiz, sin distinguir el día de la noche, el sí del no, como un referéndum de vida, como los sueños de esta noche que se esfumarán al salir el sol.
Actitudes al amanecer, tu belleza antes que el sol emerja puede ser cualquiera; la penumbra dibuja todo lo que la mente desea porque los ojos siguen ciegos a cualquier visión. Después que las estrellas palidecen, no queda ningún reflejo para observar, no quedan más que recuerdos de un rostro juvenil, de ojos brillantes, labios sedientos y cabellos al viento. Son sólo recuerdos de la mañana siguiente, la impresión de la noche siguiente que se guardó en la memoria, sin ser real, solamente un arreglo del photoshop del imaginario, para que no existan imperfecciones entre nosotros, para que el recuerdo perdure como un pudo haber sido, después de todo siempre existirán lugares para ir y volver, como los autos que pasaron y volverán la próxima tarde. Siempre habrá momentos para estar y olvidar, como los que se viven hoy y se añoran volver a vivir mañana. Siempre existirá una frase inconclusa, un gesto incompleto, una palabra con ausencia de letras en un crucigrama cualquiera que necesita dos manos para ser llenado, tú horizontal y yo vertical, nosotros en una letra común, en un café para dos al que siempre volveremos, porque aun al atardecer, siempre es mejor hacerlo juntos, siempre es better when we´re together.

miércoles, 5 de marzo de 2014

De la mano de un ángel sin alas

Elephant (Damien Rice)
Me recuerda a la imagen del espejo, antes que tu vapor la empañe. Me recuerda a un paseo sin nubes sobre un cielo azul clarito, con un océano calmo como techo, con granos de arena que emergen en paralelo para estrellarse contra el poniente, dispuestos a detenerte, acostarte, disolverte.
El tiempo avanza y continúas atada a una provocación, a la pintura sin paisaje, al tono sepia y los colores pasteles, a ella - como ella - con torta y un hasta pronto, hasta ayer, hasta mañana y hasta siempre.
Las lágrimas mojan la arena, es el mar quien llora con un canto de sirena; musa y música; alarido que drives me crazy; cantata de ópera al viento, serenata al alba, al compás de tus huellas en la bajamar.
El muelle, un muro de palos solitarios, golpeados por la vida, por las olas, por la mentira, por la almohada y el pecado; con cien rodillas que lo sostienen, carcomidas, erosionadas, enmohecidas; con mil y un tablas que lo soportan, casi todas completas, persistentes, resistentes, curtidas por el sol.
Tu imagen imperceptible, escondida tras la brisa, tras tus cabellos, tras las gaviotas que apaciguan mientras avanzas por la arena caliente sin un punto final, sin una dirección, sin saber el porqué del adiós.
Caminaste silente, de la mano de un ángel sin alas, al mismo lugar de siempre, cuando pudiste ir a cualquier otro cantando aquella canción. Pintaste un elefante sin colores, alado, durmiente, sonriente. Pintaste tu imaginación con tinta de mar sobre un lienzo de arena en una figura eterna perennizada tras el lente del corazón.
Ahora, aferrarte a la misma ola, vivir por todos, morir por mentir, detener el mar, apagar el sol, dormir entre nimbos con almohadas de algodón, soñar as me, with me, la mentira de hoy, la verdad del mañana, las orejas atentas como alas robadas al mismo ángel, el encuadre perfecto a la puesta del sol, el recorrido de siempre, un camino ascendente, la carrera hacia el cielo, al infinito, a un vuelo etéreo, eterno, sideral, a un vuelo de ensueño sobre tules, entre alas de gaviota y pétalos de rosas, entre calles y fechas, entre bienvenidas y despedidas, entre elefantes alados y ángeles caídos, despertando juntos con la misma canción.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Show must go on

El tango de Roxanne
Violín, notas desacompasadas, cuerdas que desgarran, emulando el sonido de monedas, imitando la cadencia de tu lento andar, del pago por sexo, de la noche en que enamoras, de la función que debe continuar.
Piano, teclas gimiendo, bailando un tango etéreo, las blancas sostenidas, las negras golpean, las luces se encienden y las siluetas emergen a la pista central.
Un paso, giras en el aire. Dos pasos, el vuelo de palomas. Cabalgata, trote, galope, una carrera contra el viento, contra el tiempo, a contramano. Juguemos a la ronda. Un carrusel sin colores, un baile prometido, un susurro, el clamor de una vida, tu vida, tu dolor en mis ojos, mis gritos en la calle, el placer en su vientre, el barullo y tu murmullo, su gemido, tu olvido. Más gritos, una canción que suena, un corazón que late, la antigua policía de las calles, el dinero por nada, por todo, por algo, por unas gotas más de amor, alcohol, dolor, color, sabor, por el aplauso al bajar el telón.
Notas de traición, amor al postor, amor al paso, amor de uno, de dos, de tres, de tantos amantes como puedan llegar, de la noche fructífera, de la noche eterna, de la noche inolvidable, del escenario, el altillo, del sermón y el perdón.
Tapis rouge, red carpet, red light. Corsé rojo, corcel negro, pegaso sin alas, alas de ángel, canto de ángel, de una canción del infierno, de un pacto sin diablo, de una plegaria sin dios. Aspas de molino girando lentas, moviendo al viento, atizando una esperanza, una hoguera que no enciende, un silencio que calla un nombre de mujer, unos ojos azules, unos labios carmesí, el traje, el escenario, las últimas notas antes de mañana, antes de hoy, antes del ayer .
Un cuello quebrado, una pierna rota, mejor las dos, es noche de estreno, noche de baile, noche de canto, de la garganta seca, de no more i love you´s; es el hoy que anhelabas, el ayer que no recordarás, es ese día que viene y viene, es la pena que se guarda entre las manos al rozar los cuerpos, al caer el sol, al primer grito, al lamento continuo, al aplauso final porque pase lo que pase, come what may, the show must go on, always, go on.

viernes, 21 de febrero de 2014

Tu regreso, mi partida

No me quites la mirada, quiero ver tu semblante, las facciones de tu rostro mientras te alejas en ese camino de espaldas a un futuro incierto, sobre las baldosas de un otoño mojado por las lágrimas, por la sangre que tiñe de rojo este sendero a la libertad, que va marcándose sobre una pared horizontal, adoquines de piedra que se quiebran en un grito conjunto y luego la calle, vacía donde ya no queda nada; no más patriotismo; no más democracia maquillada en tricolor.
La luna bailarina se mueve entre nubes que aguantan las ansias de llorar. El futuro nos da la espalda, se fuga con ese amor del que tanto hablan, nos sorprende en un vuelo sin retorno a Valencia, rompe nuestra calma y la hermandad, profetiza la paz con la misma demagogia barata de los que quieren gobernar: oposición y gobierno, políticos mediocres jugando a la dominación mundial.
Ahora que tus pasos son de regreso, avanzas de frente por los mismos azulejos, te abres espacio entre ellos siguiendo las huellas de tu huida, en un camino de retorno, sin retorno, con los pasos lentos, con el cuerpo herido, con la sangre entre las manos, dando el último tranco, cayendo en la pista que nos separó, que nos trata de unir, mientras las nubes disparan ráfagas de gotas que aniquilan, aguacero con sabor a muerte y olor a humedad, diluvio de pólvora mojada; mientras tú, aún abierta, protectora y bella, sigues dispuesta a guarecerme de la lluvia, de la muerte, manteniéndote incólume, permanente, como una estatua de libertad, como una reina de belleza, heroína de la tristeza que dejas a tu pueblo.  
Te sostengo en el aire, como si fueras una figura etérea e inmortal; busco acariciar tu pelo, resisto tu cuerpo casi inerte. Tu pecho en mi pecho busca calor, un contagio de sonidos, una arritmia de latidos, la esperanza de una vida. Al otro lado del camino, cientos de rostros corren despavoridos, miles de ojos otean con miedo al horizonte, millones de lenguas hablan con las manos, dedos que pintan de colores el cielo, el mundo entero, que cruzan la frontera sin voltear la mirada al vecino, oyendo detrás de la pared colindante con oídos sordos, caminando a la tienda de la esquina sin mirar al indigente, temiendo la inseguridad de cada día, mientras sigues aquí conmigo, persistiendo, sobreviviendo, buscando rozar tu boca no para un beso furtivo sino para un aliento de vida, queriendo detener las horas, aumentar los latidos, pintar de azul el universo, creer que todo es sueño y en este insomnio contar besos, contar caricias, dejar a los corderos saltar la cerca, oír las frases repetidas de otros labios, tomar tus manos en otras manos, hacer una cadena a lo lejos, unida virtualmente porque en la realidad no sostendría a mi vecino, al caminante desconocido, al que me vendió la arepa el domingo pasado, al que cruzó la calle para limpiar el vidrio, al que votó en contra, al que se quedó en casa, al que cambió el canal y cerró la esperanza. Unión de mundo virtual, pequeña Génesis de un final, muerte sin sentido, apocalipsis de un futuro que debe ser mejor, de un sueño conjunto, de un cambio anhelado que llega, que se cae de maduro.

viernes, 7 de febrero de 2014

Invención

Hay ruidos que engañan, esos que llaman al pan o a un helado, los que vienen en un  chiflido y hacen que corras loco de contento; hay otros que descubren la realidad; y también corres, ves la rueda solitaria que avanza echando chispas, con su cargamento andante por toda la ciudad, afilando armas de pandilla, instrumentos de cocina, herramientas de salón, el uso diverso no depende de ti. Tu pensamiento gira en un mundo de felicidad. Toda ilusión es así.
Y vas pensando así por el camino, ese camino que genera ilusiones, que lleva una alegría que contagia, que aparece con la luz del día para mostrarte una ciudad emergente, un cúmulo de gente que avanza a su destino.
Pero cuando el sonar tuyo se hace espacio en la bulla de la metrópoli, esta se convierte en un pueblo desierto, emerge tu lamento y el de la rueda que encuentra baches, tumbos y una reja que limita, la vieja usanza y la modernidad, ya nadie corre a tu llamado.
Y vas llorando así por el camino, ese camino que genera decepciones, que deja penas solitarias, que se apaga con la noche para dejar las tinieblas de una ciudad deprimente, almas solitarias que no encuentran un hogar.
Jibarito borincano, invención de canciones de antaño, recuerdo de una película en blanco y negro, de una triste canción sin autor. Afilador de cuchillos, sin mango ni dirección, sin hoja que corte ni rebane, con punta cuadrada y ausencia de sueños; acero que ya no brilla, pasos lentos bajo el sol; un camino ondulante, un círculo sin cerrar; una badana de cuero y una piedra más en el camino, ya no hay rejas que detengan, los obstáculos sólo son pasos más que superar.
La noche, así como llega se va; y al pasar la oscuridad, justo en el momento más sombrío, aparece ese primer destello que avisa que siempre llega la luz, una nueva mañana que inicia, el chiflido que engaña, el sonido que llama a la misma ilusión al empezar un nuevo día.