miércoles, 17 de septiembre de 2014

Fernweh

Breathe in breathe out - Mat Kearney

Caer y caer. La certeza del gato. Caer de pie. De espaldas al mundo, de espaldas a ti, far behind, el futuro atrás, el pasado adelante. El mismo horizonte para ver, el que siempre está, dejando hojas al viento, jugando en la frontera, cruzando una reja distante, un aro colgante, el olor a hierba, a rocío matinal, a tierra mojada, a una fresca mañana de setiembre; olor a todo, a todos, menos al que jamás sentí, que inhalo y exhalo casi al mismo tiempo, que añoro sin conocer, que vuelvo a sostener en mis espaldas, olor que llega a manos abiertas, wide open; una bienvenida a un diciembre que arribará en otro hemisferio, en otra estación, en un lugar que jamás conocí.


La nostalgia de la nieve derretida, del manto blanco que ya no estará más, que se derritió, que se evaporó, que lloró un mar, que corre y corre sin parar. Respirar hondo, el olor de las dudas del futuro, de una misma sangre, de una guerra pasada que permanece, del tira y afloja, me caigo y te levanto, nos desplomamos y cedemos, exhalamos y volvemos a inhalar, a resurgir; vuelven a brillar nuestros ojos y vuelve la luz en el horizonte verde y detrás, siempre detrás, always, quedamos de pie, sin caer, maullando a la noche que no está, que no pasará, porque hay un eclipse permanente, un solsticio de verano dentro del corazón, surcando los techos ajenos, creyendo que amanece cuando siempre fue de día.


Y volvemos de ningún lugar a la noche, a la nieve, al invierno y las heridas, al otro lado del camino, la otra orilla, la siguiente, al arribo a donde siempre quise, a no caer más, a levantarse, andar con los brazos cruzados, las manos cerradas, los puños formados, sin gatos ni mariposas, sólo con una vieja canción jamás cantada, con una mañana que no llega porque aquí siempre será de noche, una noche eterna y estrellada, un espacio para recordar lo no vivido, para imaginar que siempre hay un mejor lugar, a better place, un rincón cerquita de dos, de Dios, como en la canción que no se entonó, como en la historia de un esplendor que dura esta estación y aquella, que dura siempre lo mismo, que se repite de tres en tres, de a cuatro o de a seis, vaya usted a saber, vaya a recordar este tiempo que no pasó, este lugar al que no se llegó, este camino sin dirección.


Si caes otra vez, si me pierdes de vista, no temas, el futuro llegará cada vez que respires y sientas el mismo olor que nunca percibimos, que nunca emergió, que se quedó allá esperando, en diciembre. A cada inhalar y exhalar, casi al mismo tiempo, en un mismo instante, ese aroma diseñará el mismo lugar al que nunca fuimos y si logras mirar a ambos lados al mismo tiempo, atrás y adelante, izquierda y derecha, la luna y la noche, el sol y el día, los dos lados de la frontera, los dos lados del corazón, todo lo que está bajo las estrellas en tus brazos, todo lo que está sobre la tierra en los míos, marcara el reencuentro, con los brazos abiertos, sin manos dadas, oliendo, yaciendo en la hierba, en la vida, en el umbral entre el ayer y el mañana, en el ahora, en el ayer, en este aliento perpetuo. Inhalar y exhalar, otra vez, una más. Respirar. Dejar. Coger. Vivir. Vivir y no caer más.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

A tajo abierto

Cuando nos volvamos a encontrar - Carlos Vives

Disparaste sí, con esa arma vieja del abuelo, con empuñadura de madera roída por el tiempo, de acero oxidado porque aun lo inoxidable se deteriora con el tiempo, todo con el tiempo, ese que no perdona, no olvida, que deja heridas a tajo abierto que nunca cicatrizan, que sangran de vez en cuando y duelen, siempre duelen y evocan un tiempo pasado que fue peor.
Adiós mentiras de niñez feliz, de amores adolescentes y campos de flores, de sueños de profesión, de estudios concluidos satisfactoriamente, de una casa propia y un hogar caliente esperando al terminar el día.
De niño empecé a trabajar en la mina con el sueño de encontrar una veta que me diera el dinero para comprarle una casa a mamá, no esa cabaña antigua que construyó el abuelo, que gotea siempre que llueve, cada vez una nueva gotera, un agujero invisible que filtra no sólo el agua sino la humedad de la desolación, esa que llega hasta el hueso, que se siente aún bajo la frazada de figuras de tigres, recibida en donación.
Los amores adolescentes se quedaron en la escuela a la que nunca fui, a más de cinco mil metros de casa, la mina estuvo siempre más cerca aunque la distancia fuera mayor. Había que caminar hasta el cruce, el límite que dividía el viejo camino de tierra a la escuela y al pueblo, con la nueva carretera ascendente al cerro lleno de mineral. Ahí nos esperaba un ómnibus para llevarnos al socavón, jamás hubo uno que nos llevara a la escuela, a esos juegos de pubertad, a ese primer amor.
Así fue que nunca estudié, jamás entendí las letras, los números, las palabras difíciles que hablaba el ingeniero. Las distancias se medían en horas, el tiempo que demoraba de un lugar a otro eran mis números. El dinero valía lo que el trueque permitía. Los billetes sólo representaban figuras de personas que nunca conocí, colores bonitos aun cuando estaban arrugados, viejos, doblados. Siempre tuvieron el mismo valor para mí, el de un día golpeando en la mina, el de una jornada de trabajo. El primer pago se lo entregué a mamá, todos los demás también.
Me gradué sin escuela ni universidad, sin título ni profesión, aprendí a usar el taladro percutor y nadie lo manejó igual. No había roca que no pudiera agujerear, partir, destrozar. La mina avanzaba a mi paso, en zonas donde los vehículos grandes no podían, yo encabezaba el camino, como abanderado sin bandera para ondear, líder de un grupo que no se sublevaba, que trabajaba con la cabeza gacha, con la frente sudorosa y los pulmones enfermos. Iba primero porque anhelaba encontrar la veta, aquel pedazo de piedra que contenga el oro para comprar una casa para mamá, una sin agujeros, donde el frío no llegue, donde el humo no sea permanente, donde exista más de una habitación, una casa como la del ingeniero ahí en el campamento, con un campo de flores alrededor.
Nunca vi un campo de flores. La tierra es fértil dicen, lo que siembras crece. Sin agua no crece. Cuando llueve, llueve tanto que todo se inunda, el río crece y arrasa con todo. Nuestra casa está lejos de la quebrada, lejos del pueblo, lejos de otras casas. Alrededor nunca creció nada. Sin agua no crece. Con lluvia se ahoga. Hubo un proyecto de irrigación. Como hicieron los incas dijeron. Si hasta en el desierto hacen crecer las flores, contó el ingeniero. La mina da plata, pero no hay quien cultive. Todos trabajan en la mina. Nadie quiere arar. El alcalde arregló la plaza y la plata se acabó. Jamás habrá un campo de flores, ni una casa nueva, ni una comida caliente al regresar.
Mamá murió el domingo. Nadie vino. Cavé un hueco junto a la cabaña, para que esté cerca y los perros no la desentierren. Lo cavé hondo, muy hondo. No necesité taladro, no hubo piedras, solo tierra seca. Cavé tanto pensando en encontrar agua, humedad, vida, pero no encontré nada, sólo una bolsa de tela roída y dentro de ella el arma del abuelo, escondida, oculta de todo, perdida en el tiempo, con sus balas, casi todas, faltando una, la que siempre falta, porque para nosotros nada estuvo completo.
Esa arma vieja, limpia, sigue siendo vieja. Cuando el abuelo la adquirió ya era vieja, como todas las cosas en casa, como todo en la vida. Solamente nosotros fuimos nuevos al nacer, después nos volvimos viejos casi sin pasar el tiempo, pese a que aquí el tiempo pareciera no pasa nunca.
Esa arma que disparaste sí, es la misma del abuelo. La llevé al socavón para un trueque. Las armas estuvieron vetadas en casa, las carga el demonio. Mamá nunca quiso que el abuelo la cargara, quizás por eso la enterró.
La escondí debajo de una roca en la entrada a la mina. Al terminar la jornada me viste recogerla y me la quitaste. Quisiste adueñarte de ella. Quise quitártela, entonces pasó así, como pasa siempre que el demonio carga un arma, la disparaste. El arma del abuelo vieja como estaba, aun funcionaba. La bala salió al horizonte, a perderse entre la nada. El ingeniero nos despidió. La policía me quitó el arma. La vida me quitó a mi madre. La noche se llevó la esperanza y la casa vieja me quedó como refugio, porque vieja aun sirve y así en la soledad deja escuchar el sonido del taladro percutor.

Hasta pronto, hasta siempre

Wonderful tonight (Eric Clapton)
No me gusta la imagen, no tiene que gustarme, es tuya, la elegiste para mi tarea, pero no quiero que sea una tarea, no tiene que serlo, no podría. Las tareas son deberes, obligaciones, tener que hacer, tener que ser y a mí no me gustan los mandatos, las órdenes, tener que obedecer, partir, salir ahora en este barco y despedirme, ir a cumplir, a la mar, a la distancia, un hasta pronto lejos de ti.
Cómo puede ser maravillosa esta noche si es de mañana, con la luz iluminando tu pálida piel. Cómo podría gustarme una imagen fría de una tarde soleada de otoño en una ciudad donde siempre es verano, donde los barcos van y vienen a lugares inhóspitos y maravillosos, a una fiesta en altamar, a un paraíso tropical sin lluvia, sin final feliz, sin ti.
Como gustarme esos cabellos rubios, plateados, si las rubias nunca fueron mi debilidad, si cultivo un racismo propio contra toda piel alba, contra la descolorida cubierta de tu colorido interior, contra esta coraza que disfraza una frialdad que desentona con el clima, con esta sensación de sentirse bien, aun con despedida.
Entonces evocamos una noche que debía ser, en familia, con luces y vestidos de noche, con brindis y baile acompasado. Tu mami, mi mami, Miami y un crucero con ancho mar, una cabina a bordo con lujo por doquier, un viaje de una noche maravillosa, de sentirnos libres, de ver las estrellas y oír la música acompasada con el mar.
Es de día, de tarde, no lo sabemos, no nos importa, no es una despedida, es solamente un abrazo permanente, duradero, son las ganas de no separarnos, de dejar que esa noche regrese una y otra vez como las olas, de dejar que el viento nos una, nos calme, nos diga que aun sin estrellas, siempre será de noche, una noche maravillosa, una noche en la que siempre estarás, como anoche, como esta noche, como la próxima, siempre wonderful, siempre de noche, siempre los dos.