miércoles, 26 de febrero de 2014

Show must go on

El tango de Roxanne
Violín, notas desacompasadas, cuerdas que desgarran, emulando el sonido de monedas, imitando la cadencia de tu lento andar, del pago por sexo, de la noche en que enamoras, de la función que debe continuar.
Piano, teclas gimiendo, bailando un tango etéreo, las blancas sostenidas, las negras golpean, las luces se encienden y las siluetas emergen a la pista central.
Un paso, giras en el aire. Dos pasos, el vuelo de palomas. Cabalgata, trote, galope, una carrera contra el viento, contra el tiempo, a contramano. Juguemos a la ronda. Un carrusel sin colores, un baile prometido, un susurro, el clamor de una vida, tu vida, tu dolor en mis ojos, mis gritos en la calle, el placer en su vientre, el barullo y tu murmullo, su gemido, tu olvido. Más gritos, una canción que suena, un corazón que late, la antigua policía de las calles, el dinero por nada, por todo, por algo, por unas gotas más de amor, alcohol, dolor, color, sabor, por el aplauso al bajar el telón.
Notas de traición, amor al postor, amor al paso, amor de uno, de dos, de tres, de tantos amantes como puedan llegar, de la noche fructífera, de la noche eterna, de la noche inolvidable, del escenario, el altillo, del sermón y el perdón.
Tapis rouge, red carpet, red light. Corsé rojo, corcel negro, pegaso sin alas, alas de ángel, canto de ángel, de una canción del infierno, de un pacto sin diablo, de una plegaria sin dios. Aspas de molino girando lentas, moviendo al viento, atizando una esperanza, una hoguera que no enciende, un silencio que calla un nombre de mujer, unos ojos azules, unos labios carmesí, el traje, el escenario, las últimas notas antes de mañana, antes de hoy, antes del ayer .
Un cuello quebrado, una pierna rota, mejor las dos, es noche de estreno, noche de baile, noche de canto, de la garganta seca, de no more i love you´s; es el hoy que anhelabas, el ayer que no recordarás, es ese día que viene y viene, es la pena que se guarda entre las manos al rozar los cuerpos, al caer el sol, al primer grito, al lamento continuo, al aplauso final porque pase lo que pase, come what may, the show must go on, always, go on.

viernes, 21 de febrero de 2014

Tu regreso, mi partida

No me quites la mirada, quiero ver tu semblante, las facciones de tu rostro mientras te alejas en ese camino de espaldas a un futuro incierto, sobre las baldosas de un otoño mojado por las lágrimas, por la sangre que tiñe de rojo este sendero a la libertad, que va marcándose sobre una pared horizontal, adoquines de piedra que se quiebran en un grito conjunto y luego la calle, vacía donde ya no queda nada; no más patriotismo; no más democracia maquillada en tricolor.
La luna bailarina se mueve entre nubes que aguantan las ansias de llorar. El futuro nos da la espalda, se fuga con ese amor del que tanto hablan, nos sorprende en un vuelo sin retorno a Valencia, rompe nuestra calma y la hermandad, profetiza la paz con la misma demagogia barata de los que quieren gobernar: oposición y gobierno, políticos mediocres jugando a la dominación mundial.
Ahora que tus pasos son de regreso, avanzas de frente por los mismos azulejos, te abres espacio entre ellos siguiendo las huellas de tu huida, en un camino de retorno, sin retorno, con los pasos lentos, con el cuerpo herido, con la sangre entre las manos, dando el último tranco, cayendo en la pista que nos separó, que nos trata de unir, mientras las nubes disparan ráfagas de gotas que aniquilan, aguacero con sabor a muerte y olor a humedad, diluvio de pólvora mojada; mientras tú, aún abierta, protectora y bella, sigues dispuesta a guarecerme de la lluvia, de la muerte, manteniéndote incólume, permanente, como una estatua de libertad, como una reina de belleza, heroína de la tristeza que dejas a tu pueblo.  
Te sostengo en el aire, como si fueras una figura etérea e inmortal; busco acariciar tu pelo, resisto tu cuerpo casi inerte. Tu pecho en mi pecho busca calor, un contagio de sonidos, una arritmia de latidos, la esperanza de una vida. Al otro lado del camino, cientos de rostros corren despavoridos, miles de ojos otean con miedo al horizonte, millones de lenguas hablan con las manos, dedos que pintan de colores el cielo, el mundo entero, que cruzan la frontera sin voltear la mirada al vecino, oyendo detrás de la pared colindante con oídos sordos, caminando a la tienda de la esquina sin mirar al indigente, temiendo la inseguridad de cada día, mientras sigues aquí conmigo, persistiendo, sobreviviendo, buscando rozar tu boca no para un beso furtivo sino para un aliento de vida, queriendo detener las horas, aumentar los latidos, pintar de azul el universo, creer que todo es sueño y en este insomnio contar besos, contar caricias, dejar a los corderos saltar la cerca, oír las frases repetidas de otros labios, tomar tus manos en otras manos, hacer una cadena a lo lejos, unida virtualmente porque en la realidad no sostendría a mi vecino, al caminante desconocido, al que me vendió la arepa el domingo pasado, al que cruzó la calle para limpiar el vidrio, al que votó en contra, al que se quedó en casa, al que cambió el canal y cerró la esperanza. Unión de mundo virtual, pequeña Génesis de un final, muerte sin sentido, apocalipsis de un futuro que debe ser mejor, de un sueño conjunto, de un cambio anhelado que llega, que se cae de maduro.

viernes, 7 de febrero de 2014

Invención

Hay ruidos que engañan, esos que llaman al pan o a un helado, los que vienen en un  chiflido y hacen que corras loco de contento; hay otros que descubren la realidad; y también corres, ves la rueda solitaria que avanza echando chispas, con su cargamento andante por toda la ciudad, afilando armas de pandilla, instrumentos de cocina, herramientas de salón, el uso diverso no depende de ti. Tu pensamiento gira en un mundo de felicidad. Toda ilusión es así.
Y vas pensando así por el camino, ese camino que genera ilusiones, que lleva una alegría que contagia, que aparece con la luz del día para mostrarte una ciudad emergente, un cúmulo de gente que avanza a su destino.
Pero cuando el sonar tuyo se hace espacio en la bulla de la metrópoli, esta se convierte en un pueblo desierto, emerge tu lamento y el de la rueda que encuentra baches, tumbos y una reja que limita, la vieja usanza y la modernidad, ya nadie corre a tu llamado.
Y vas llorando así por el camino, ese camino que genera decepciones, que deja penas solitarias, que se apaga con la noche para dejar las tinieblas de una ciudad deprimente, almas solitarias que no encuentran un hogar.
Jibarito borincano, invención de canciones de antaño, recuerdo de una película en blanco y negro, de una triste canción sin autor. Afilador de cuchillos, sin mango ni dirección, sin hoja que corte ni rebane, con punta cuadrada y ausencia de sueños; acero que ya no brilla, pasos lentos bajo el sol; un camino ondulante, un círculo sin cerrar; una badana de cuero y una piedra más en el camino, ya no hay rejas que detengan, los obstáculos sólo son pasos más que superar.
La noche, así como llega se va; y al pasar la oscuridad, justo en el momento más sombrío, aparece ese primer destello que avisa que siempre llega la luz, una nueva mañana que inicia, el chiflido que engaña, el sonido que llama a la misma ilusión al empezar un nuevo día.