Maldito brichero, maldito culero.
Yo llegué primero, maldito embustero.
Te puse el trago, te puse la chela.
Te puse el ron y te agarraste a mi hembra. (La Sarita)
Tengo
dos historias paralelas en un solo papel, Plaza de Armas, Central
Park, Times
Square, Jirón de la Unión,
Lima, New York. Caminas brichera
buscando un cebiche, tu gringo tras una quarter
con queso. Ambos recuerdan San Blas, un bar escondido en una calle
cualquiera, un dry
martini,
una cusqueña al tiempo, ese tiempo cómplice de los dos. Gringo has
bebido demasiado, mucho alcohol, a
lot of homesick. Extrañas tu
casa, a ella, quieres volver al hogar y piensas en la peruana por la
que llegaste a Cusco, la que no apareció aun, la que dice llegará
de un rincón escondido, desde fuera, desde Europa. Mientras, bebes
en cualquier bar, en una calle escondida de San Blas. Te acechan
mujeres de casa, de caza, que llegaron de todo el mundo en esta noche
de celebración, que buscan la energía incaica, un red
bull ancestral, el desenfreno de
una noche que no recordarán, un amor que llega como estrella fugaz.
Ellas
te buscan y tú no quieres ligar. Hablas español con el barman,
hablas sólo español, hablas solo, nadie te escucha, nadie escucha a
nadie, nadie entiende, menos tu español lleno de frases de películas
de Almodovar. Todas buscan, quieren y no encuentran. Te acercas a
ella que mira en silencio, sonriente, esperando, guardando la
distancia adecuada. Entonces, la tomas del brazo, es un toque suave y
desesperado, vuelves al inglés nativo para decirle don´t
let me… please take me home.
Ella responde con su mano acariciando tu rostro. Estas seguro, you´re
safe. Ella bebe su cerveza en un
trago final y te toma de la mano acariciando tu rostro con la otra.
No fue brichera hasta hoy, nunca busco serlo, sólo bebía cervezas
en el bar escondido de la calle escondida de San Blas, no en el
muelle, sino en el barrio, en el ombligo del mundo, en el único
lugar donde debía estar.
Eres
el único gringo que habla su propio español, que inventó su
idioma, que cuenta su historia, tragedia y comedia de una vida en New
York, de soledades y tristezas, amor y desamor, juventud que inicia,
un año que termina, una aventura no deseada que inicia.
Despiertas,
no sabes gringo dónde estás, no es tu cama, no es tu habitación.
Las formas te recuerdan un hotel de paso, aquel viejo motel donde
quedaron tantos recuerdos, a hotel
room. No estás solo, sientes
una respiración, un cuerpo desnudo rosando. Deseas que no sea ella,
la de casa, deseas no haber vuelto a los States.
Deseas que no sea la novia prometida, tampoco ninguna de las que te
acechó la noche anterior. Entonces ella voltea, te mira, es quien
deseabas, tu ángel protector. La miras, la besas, hacen el amor, una
vez para tí, otra para ella, una más para los dos, luego se
presentan, introduce each other,
una introducción más que no pudo ser la noche anterior, entre tanta
borrachera, con tanta confusión.
Gringo
estas en Cusco, estas en la ciudad de los incas, tan cerca de Dios.
Tu respiración se agita, no es la altura, te duele la cabeza, no es
soroche, no es resaca, no es una ilusión. Sus ojos te miran, nunca
brillaron tanto, Ella sabe que no debió llevarte a casa, convertirse
en brichera, pero tus ojos también brillan y no hay necesidad de
sunshines
en este cuarto oscuro de cortinas opacas, de grises que pierden tono
para convertirse en un arcoíris multicolor.
Gringo
vas a volver esta noche. Mirar el cielo de luces con fuegos
artificiales que te recuerdan aquel amanecer sin lluvia, que te dicen
que el sur es un buen lugar, que la altura no es un rascacielos sino
una colina cerca al cielo, lejos del mar, que la libertad no la
tienes en una estatua sino en una cama gigante forrada de piel de
alpaca, que no un año que acaba no cierra una historia, sólo
aletarga a una nueva ilusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario